miércoles, 25 de febrero de 2009

COOPERATIVA EUROPEA LONGO MAÏ: UNA EXPERIENCIA ACTUAL DE COLECTIVISMO AGRARIO

La iniciativa Longo maï surge a principios de los años ’70. Años convulsos en todo el mundo y en los que la juventud emerge, sobre todo a partir del mayo del ’68 francés, como un nuevo y potente sujeto social que reivindica una vida distinta inventando nuevas formas de hacer política; y en los que el campo europeo se enfrenta al abandono masivo y a unas transformaciones muy violentas. Estos dos elementos dan pie a la convocatoria en Básel (Suiza) de un encuentro entre colectivos alternativos al que acudirán jóvenes venidos de 10 países europeos. En ese encuentro deciden comenzar, en las zonas deprimidas y abandonadas de las montañas europeas, la creación de lo que llaman núcleos pioneros: “zonas experimentales de una Europa solidaria, pacífica y democrática, para la vida en común y la autosubsistencia a partir del trabajo en la agricultura, la artesanía y la industria”.

Tras una importante campaña de difusión de la idea y de búsqueda de apoyos, consiguen el dinero suficiente para comprar un terreno en las montañas del sureste de Francia. En el verano de 1973 unos 30 jóvenes se trasladan a esta finca de unas 300 Ha con tres núcleos de edificios en estado ruinoso en la Provenza, región tan asolada por el éxodo rural como tantas otras zonas montañosas de Europa. Allí pretendían vivir en base a “la autosubsistencia agrícola […], las (construcción de) instalaciones comunales y una producción artesanal-industrial a partir de las necesidades vitales de las personas y de los límites impuestos por la naturaleza”.
Han pasado 33 veranos desde aquello, y el proyecto “se ha desarrollado y ha cambiado, así como el contexto político, social y económico”. En la actualidad Longo maï es una red de 9 cooperativas repartidas por 5 países europeos y otra en Costa Rica, en las que viven unas 250 personas en total, y en las que conviven tres generaciones de personas a partir del grupo inicial. Su fuerte capacidad de autoabastecimiento y la cantidad de producciones materiales que desarrollan se combina con una impresionante actividad cultural, social y política, con actividades que abarcan desde el nivel local al mundial. Más allá de ser un modelo colectivo, cooperativo y autogestionario para la vida rural y la producción agraria, Longo maï es la realización de una utopía.


UNA RED BASADA EN LA CONVIVENCIA Y LA CONFIANZA

Longo maï funcionan de forma autónoma, cada una según modelos específicos a partir de las personas que las integran y de las actividades que realizan, tanto las productivas como las reproductivas. Pero en cada cooperativa el modo de funcionamiento es colectivo y espontaneísta. Toda la economía es colectiva, así como el trabajo. Ni los salarios ni la propiedad privada existen y las decisiones se toman colectivamente de forma asamblearia. Así lo individual se funde con lo colectivo. A lo largo de estos 33 años se han experimentado diferentes formas de organización, tanto de la economía como de la vida en común, en busca de fórmulas apropiadas a la propia evolución del proyecto, ya que la vida en colectivo no es fácil y nadie nos ha enseñado a vivirla. Posiblemente, el principal nexo entre las cooperativas toma vida en una fuerte identidad de grupo, generada y reproducida por la propia experiencia de la vida en colectivo en cada una de las cooperativas, y por el trasvase continuo de gente entre unas cooperativas y otras. Pero además existen estructuras más o menos formales de coordinación entre las cooperativas, y determinadas actividades que se realizan conjuntamente y que dan cuerpo a la red.
Al igual que dentro de cada cooperativa, la propiedad de todos los bienes de las cooperativas también es colectiva. En el desarrollo del proyecto, las cooperativas han ido asumiendo diversas formas jurídicas que hiciesen funcional este principio, y en la actualidad cada una tiene una forma específica, desde la SCOP (Sociedad Cooperativa Obrera de Producción) a la SICA (Sociedad de Interés Colectivo Agrícola), figuras propias de cada país correspondiente. Pero todas las tierras y edificios son propiedad de la fundación Suiza “Fondos Europeos de Tierra”, cuyo consejo de administración está formado exclusivamente por miembros de Longo maï, a fin de “proteger (al proyecto colectivo) de la especulación y de las disputas por la herencia y de mantener su función original: trabajar en autogestión y según criterios sociales y ecológicos”.

Otro elemento importante de la actividad en común es la financiación de la red. Desde su inicio, Longo maï ha contado con el apoyo de una importante red de personas y colectivos que han aportado dinero cuando ha hecho falta. Con este dinero se financian las inversiones de las cooperativas o la creación de nuevas cooperativas, así como otros aspectos deficitarios de su funcionamiento y la infinidad de actividades políticas que se realizan desde la red. Este es un aspecto muy importante, y cada año unas 30 personas dedican unas semanas, sobre todo a través de las oficinas de Longo maï en Basel, al mantenimiento, revitalización y activación de esta red de apoyo al proyecto. El dinero que se recibe se asigna a los proyectos que cada cooperativa presenta y que se aprueban en las reuniones intercooperativas, que se realizan unas 3 veces al año. Pero probablemente el mayor recurso que comparten las cooperativas es la gente que vive en ellas. Existe un cierto nomadismo entre unas y otras que mantiene la comunidad con grupos cambiantes, y que permite el conocimiento mutuo y la confianza suficientes entre las personas para hacer posibles las tareas comunes entre las cooperativas. Así, para los momentos importantes de trabajo en cada una se desplaza gente desde las otras, ya sea para la vendimia o cualquier otra cosecha aquí, o para la construcción de un edificio allá, o para la trashumancia de los rebaños que se realiza entre las distintas cooperativas. Esto también hace posible que los miembros puedan agruparse en distintos proyectos según afinidades (personales o laborales) sin salir de Longo maï.


ENTRE LA ECONOMIA CAMPESINA Y EL COOPERATIVISMO AGRARIO

"En Longo maï se intenta poner en práctica una economía de subsistencia, tanto a nivel de cada cooperativa como a nivel de red. Cada cooperativa intenta abastecerse de la mayor cantidad de productos básicos para el consumo, desde la alimentación a la energía o la construcción. Emmanuel, de la cooperativa de Treynas, nos explica que para ella es muy importante demostrar que es posible vivir con muy pocas dependencias del mercado y del trabajo asalariado, tanto para ella como para que sus hijos e hijas crezcan en esa posibilidad. En ese sentido habla de una “economía campesina”, en la que el objetivo principal del trabajo no es conseguir dinero, sino satisfacer directamente las necesidades del grupo con los recursos que el medio nos ofrece.

"Pero además, las cooperativas realizan producciones que no son para el consumo inmediato, sino que son destinadas al consumo interno de las otras cooperativas o a la venta, para cubrir así las necesidades que no son posibles mediante la autoproducción. (:::)

Longo maï tiene a su disposición las ropas que se producen en La Filature o los tejidos de Grange Neuve; o las verduras, mermeladas, salsas y patés de la conservería de Mas de Granier; o el vino que se produce en La Cabrery; o la madera y la carne que se producen en Treynas. Esta red de intercambio también funciona para las materias primas que son excedentarias en unas cooperativas y que en las otras van a ser utilizadas para elaborar articulos para la venta o el consumo, como la lana para la Filature o las frutas para la conservería.

Para la gente de Longo maï esto también es “economía de subsistencia”, ya que “entre las cooperativas hay intercambios, pero éstos no se corresponden con sumas de dinero. (…) A menudo se realizan servicios sin esperar contrapartidas”6. En un artículo de la publicación Noticias desde Longo maï aparecido en 2002, nos explican que esta economía “se caracteriza por el hecho de que funciona sin dinero”, y sin embargo el trueque se encuentra en un lugar marginal frente a lo que ellos y ellas llaman “una economía basada en el don y la reciprocidad”. Así, cada cooperativa programa sus producciones también en función de las necesidades de las otras cooperativas, conformando un sistema que amplía enormemente las capacidades de producción y autoconsumo de cada cooperativa, combinando las posibilidades de distintos climas y entornos.

En las cooperativas podemos encontrar gran cantidad de herramientas y maquinarias antiguas que han sido donadas, que se reparan y se ponen a funcionar. Esto hace posible realizar gran cantidad de producciones diferentes sin la necesidad de mantener fuertes inversiones, al no estar tan presente la presión del mercado en las producciones para el consumo interno. Así se suavizan la necesidad constante del incremento de la productividad y de crecimiento en la producción para aprovechar las economías de escala. De hecho algunas de estas herramientas y maquinarias antiguas son necesarias para mantener un tamaño de la producción apropiado, para el cual la moderna maquinaria no resulta rentable, y a menudo tampoco útil.

Respecto a las ventas al exterior, en cada cooperativa tienen un peso relativo respecto al autoabastecimiento, siendo en algunas relativamente marginal. Cada cooperativa se ha ido especializando en algunas producciones, en función de las características de la finca y de las preferencias del grupo. Y así podemos encontrar entre sus productos una grandísima variedad de productos agrarios, frescos o transformados, sin que haya competencia entre cooperativas. Después cada cooperativa se encarga de distribuir todos los productos en sus áreas de influencia, diversificando así los mercados y a la vez la oferta, que resulta más interesante para el/la consumidor/a.

En las formas de comercialización, desde Longo maï se ha hecho una apuesta decidida por los mercados locales y los circuitos cortos de comercialización. Podemos encontrar fórmulas como la participación en mercados locales de pequeños productores o la venta directa en la granja, en sistema de cestas fijas de verduras o carne, o por correspondencia. (...)
"Sus producciones agrarias son ecológicas, y la mayoría de ellas certificadas. Pero su interés por la agricultura ecológica va más allá de la certificación, y desde algunas de las cooperativas están muy implicados en la recuperación de variedades hortofrutícolas tradicionales y locales junto con la asociación Kokopelli; o en la recuperación e investigación con variedades antiguas de cereales; o en la sustitución del tractor por formas de cultivo agrícola con tracción animal; o por la experimentación con técnicas homeopáticas en la ganadería ecológica. En este sentido, también se implican en la difusión de estas técnicas organizando cursos de formación, seminarios, etc. en las fincas de las cooperativas.

HACIENDO POLÍTICA DESDE LA PRODUCCIÓN AGRARIA

"Las formas de comercialización como las cestas de verdura o los mercados campesinos son fórmulas que acercan a consumidores y productores, buscando un entendimiento entre ambos agentes para poder protegernos de los efectos desastrosos de la globalización en nuestros territorios y en nuestra alimentación. Para Peter, de la cooperativa de Mas de Granier, es muy importante buscar fórmulas de economía colectiva para generar alternativas al individualismo que es producido y que a su vez sostiene la sociedad del consumo de masas y la globalización. En este sentido, las iniciativas asociativas que se impulsan desde Longo maï, tanto entre agricultores/as como entre éstos/as y consumidores/as, pueden entenderse como formas de crear tejido social capaz de comprometerse con las problemáticas locales.
(...)

"Por otro lado y en un plano más teórico, desde algunos sectores de Longo maï se trabaja en interesantes reflexiones sobre las implicaciones de la industrialización de la agricultura y de la urbanización de la población rural, que se ha ido produciendo a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días: desde la pérdida de autonomía en las economías y sociedades locales a la dependencia de la energía fósil, o el control que ciencia y tecnología ejercen sobre nuestras vidas. La experimentación de formas de producción no dependientes de las máquinas y de los combustibles fósiles son también, para Gregory, de Mas de Granier, formas de bajar a lo concreto estas reflexiones.

"Para Bolo, de la cooperativa de Treynas y muy implicado en una red estatal para la recuperación de variedades tradicionales de cereal, la mecanización y la industrialización de la producción agroalimentaria han seleccionado determinadas variedades de trigo que son más fáciles de procesar de forma industrial. Estas variedades tienen mucha menor calidad, y sin embargo han hecho casi desaparecer la mayoría de las variedades locales, generando una fuerte erosión de la Biodiversidad cultivada y una fuerte dependencia de los agricultores respecto al mercado de semillas. La desaparición de las variedades tradicionales impide un cultivo adaptado a los ciclos naturales locales, y la pérdida de las técnicas y productos más artesanales. Por tanto, trabajar en la recuperación de las semillas es un camino importante en la construcción de alternativas ecológicas y sociales a la industrialización agraria.(...)

Daniel Lopez Garcia


1 comentario:

Unknown dijo...

leo estas cosas y digo que mierda hago en buenos aires