martes, 10 de febrero de 2009

como un gran perro San Bernardo para niños

“Hay toda una serie de peligros en sentimentalizar la naturaleza. La mayoría de las ideas sentimentales implican en el fondo una falta de respeto profunda e inconsciente. No es casual que nosotros, los americanos, probablemente campeones del mundo en esto de sentimentalizar la naturaleza, seamos al mismo tiempo, no menos probablemente, los mayores, más voraces y menos respetuosos destructores del idílico y salvaje mundo rural”


“A esta actitud esquizofrénica no conduce el amor o la falta de respeto a la naturaleza. Por el contrario, es un deseo sentimental de retozar, con un talante más bien condescendiente, con una cierta sombra de naturaleza, insípida, estandarizada y suburbanizada, haciendo con esto clara ostentación de descreimiento respecto a que nosotros y nuestras ciudades, por el simple hecho de ser, somos una parte legítima de la naturaleza, de una manera más profunda y sutil de lo que puedan dejar suponer nuestro cariño por la hierba bien adecentada, los baños de sol y los miradores de panorámicas. De esta forma, todos los días se tragan los bulldozers varios miles más de acres de nuestro campo, que luego se cubren con pavimento y se dotan con suburbanizaciones, con lo cual se mata aquello que se pensaba haber encontrado. Nuestra insustituible herencia de una tierra agrícola de primera calidad (un raro tesoro de la naturaleza en nuestro globo terráqueo) se sacrifica a las autopistas y los aparcamientos de los supermercados con tan poca consideración e inconsciencia como se talan los árboles de los bosques, o como se corrompen las corrientes y los ríos y se llena el aire con los escapes de gas (productos a su vez de la transformación de los subproductos geológicos de la naturaleza), todo ello requerido por ese gran esfuerzo nacional por hacernos agradables una naturaleza falsificada y escapar de la “antinatural” ciudad”.
Jane Jacobs
( Via: Fariña)

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