martes, 20 de noviembre de 2007

tetris

"De acuerdo con un informe del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos, en la actualidad se construyen en España más viviendas que en Francia y Alemania juntas, cuando la población española es unas cuatro veces menor, y eso a pesar de que hay casi tres millones de viviendas vacías. España es por consiguiente el país europeo donde más cemento se consume, y el país de la OCDE —el club de los países centrales— en donde más han subido los precios de los productos inmobiliarios durante los últimos 15 años.
Todo esto indudablemente no se puede entender analizando exclusivamente la demanda interna, que por otro lado no puede seguir la fortísima subida de los precios de la vivienda —con un ritmo entre el 15% y el 20% de media anual en el último trienio— y del suelo. Sólo cabe explicarlo en base a la avalancha de capitales del resto de los países centrales —fondos de pensiones y de inversión—, principalmente, que son invertidos en el sector inmobiliario del territorio español ante las perspectivas de rentabilidad existentes, máxime en estos años en que las bolsas estaban en plena caída libre. La dimensión e intensidad que han adquirido los procesos de urbanización ha superado todo lo imaginable, y un buen reflejo del volumen de los intereses inmobiliario especulativos . El grado de endeudamiento hipotecario alcanzado por importantes sectores población española —una vez que el Estado ha jibarizado la vivienda pública y se ha
olvidado de la vivienda social—, ha hecho que hasta el propio gobernador del Banco de España haya alertado acerca de los créditos impagados que podrían producirse si cambiase la coyuntura, estallase la burbuja inmobiliaria y se produjese un brusco colapso en el sector de la construcción. La economía española crece hoy en día bastante por encima de la media comunitaria —los principales países de la UE están en recesión— debido a la importancia del sector de la construcción e inmobiliario en general. Si este modelo quebrase, lo que parece que puede llegar a ocurrir en cualquier momento, sobre todo si cambiase la coyuntura internacional, los profundos desequilibrios y debilidades del capitalismo español estallarían en toda su intensidad. Esta
posible situación podría afectar de lleno —como en Japón— al sector bancario, que ha sido hasta ahora uno de sus principales beneficiarios. Desde luego, en caso de crisis, muy probablemente se pasaría la abultada factura de su salvamento y saneamiento al conjunto de la sociedad española, por intermediación del Estado, como ya ocurrió en los ochenta, y siempre con especial repercusión en los sectores más débiles. De igual modo, asistiríamos también a una muy profunda crisis fiscal de los Ayuntamientos, que hoy en día solucionan sus problemas de tesorería mediante la concesión indiscriminada de licencias urbanísticas, al tiempo que habría que hacer frente al abultado coste de funcionamiento y mantenimiento de un modelo territorial urbano metropolitano de carácter cada vez más disperso."

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