martes, 1 de julio de 2008

un suceso de claro origen mesopotámico

Pero volvamos a buscar el origen de esas leyes de Dios que suprimen a las mujeres: lo encontramos en los valles fértiles del Tigris y el Eúfrates, donde el Código de Hammurabi comienza la maldición. La ley completa su institucionalización al verse escrita en pesadas losas. Con Hammuraabi comienza la lucha por la codificación y legitimación de las nuevas leyes, que continuara con Moisés, aquel que recibió leyes para su comunidad de las mismísimas manos de dios; línea que llegara hasta Confucio que, no nos confundamos, también consiguió cambiar viejas morales para, una vez dadas la vuelta, legitimar los nuevos poderes. Pero es en Mesopotamia donde se dan primero claramente a la vez cambios simbólicos, económicos y el nacimiento del poder representado por terribles torres babilónicas;
pero, bueno, torres mas altas han caído.


Desde un principio el terror consiguió el acatamiento de la ley de Dios y de su correspondiente ley de Estado, ley que (desde un principio) estará dominada por la obediencia y la abstracción. Para eso nació Dios, para legitimar la contraprestación, frente al tú materno y los vínculos naturales y comunitarios que nos aceptan gratuitamente y nos confirman la obligatoriedad de ser amados, dignos de ser, el padre supremo creador nos recuerda permanentemente que debemos el ser a otro, el amor deja de ser incondicionado.

(Imagenes:Hammurabi-NO de absinthe y Doré)

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