El TAV ocupa un lugar central en la sociedad capitalista, es uno de los elementos esenciales del nuevo orden mundializador. Nada es casual ni gratuito en el interés político, financiero y empresarial por la alta velocidad. Es un instrumento del poder. Por eso la batalla contra el TAV es algo más que la batalla por otro tipo de infraestructuras. Es la batalla contra el matrimonio de la prisa y el beneficio, contra la degradación del espacio, contra la adaptación del ser humano a la aceleración sin límite; en definitiva, contra el sometimiento de los individuos a la globalización. La lentitud es el comportamiento virtuoso. La vida necesita mucho tiempo para desenvolverse gozosamente. Un lugar adquiere los trazos diferenciales que caracterizan su personalidad gracias a la actividad laboriosa y creativa de una población anclada y estable. La humanidad no será feliz si no se aparta del carril rápido y se toma todo su tiempo.
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