jueves, 13 de enero de 2011

La autoconstituyente


"Sé que desde hace unos diez años se ha propagado la idea de que era necesario, o casi, dejar al Estado tranquilo y tratar de crear "al lado" del Estado "espacios de libertad" que ignorarían al estado( ¿y que el estado sin duda ignoraría a pesar de lo que sucediera en ellos?). Es, lo repito, la dimisión ante el problema de la política: el problema del poder como colectivo, que tiene raíces profundas en lo esencial de la filosofía política occidental. Postulado esencial: el poder no puede ser más que la forma-Estado, y contra el Estado, nada podemos. Un abismo separa este pensamiento de la filosofía política griega. Filosofía que, por un malentendido enorme y de verdad risible, no está donde se la busca habitualmente, en Platón y en Aristóteles, sino que se expresa en la practica y en las instituciones de las ciudades democráticas, en particular de los ciudadanos atenienses. Esta práctica ignora la distinción entre los ciudadanos, el colectivo de los ciudadanos, y el "Estado". No hay "Estado". Está el démos o el koinon de los atenienses. "Atenas", en los griegos, en Tucídides, por ejemplo, es una expresión geográfica, no política. La entidad política siempre se designa como: los atenienses, los lacedemonios, el Gran Rey. Pero en los modernos, por lo menos desde el siglo XVIII, el postulado central de la filosofía política es la existencia -que no podría cuestionarse- de un monstruo intocable, del Leviatán, de la potencia tutelar, como dice Tocqueville. No es cuestión de que la sociedad se autogobierne, está condenada a ser gobernada por un Estado separado de ella. a este Estado, a este Minotauro, como mucho pueden limitársele los movimientos, rodearlo de empalizadas (de papel), otorgarle periódicamente muchachos o muchachas para saciarlo por un tiempo, pero es todo. Nada de esto cambia, hasta que una vez cada cuatro, cinco o siete años, se produce esta misteriosa alquimia mediante la cual, durante un domingo el poder "se disuelve" y, por la tarde, se reencarna ( ¿la Eucaristía?) llegando a ser la " Hipóstasis" del pueblo en la persona de sus "representantes". La política no da y no puede dar respuesta a todo- pero no puede haber transformación esencial de la sociedad que no englobe la dimensión del poder-. La estructura actual del poder es alienante, atomizante, remite a cada uno a su vida privada y a la infantilización."

Cornelius Castoriadis, entrevista de 1987 con François Dosse, en Una sociedad a la deriva, editorial katz.

Imagen: koudelka

2 comentarios:

hollín dijo...

Muchas gracias, no conocía a este señor, muy interesante. Me sugiere que, aunque nos machacan con que el modelo occidental viene de la Grecia clásica, que nuestras "grandes" democracias son reflejo de aquella sociedad... y parece que aquellas ciudades quizá se autogestionaban más tirando a un modelo anarquista, tan distanciado de nuestras formas de gobierno y tan criminalizado tanto por los medios de comunicación como, en consecuencia, por casi toda la sociedad.

circulos3 dijo...

Castoriadis siempre tuvo muy presente la corta democracia de la polis griega para sus análisis del imaginario antiautoritario y la autonomía obrera. Este libro de entrevistas y debates es una forma, quizás, más fácil de acercarse a su pensamiento que ir directamente a sus libros o articulos en su revista "Socialismo o barbarie".